EL CORCEL DE LA INFANCIA (Un cuento hecho poesía)


Hoy cabalgo con el motociclo refulgente, los hombres miran el horizonte perdido, se pierde el grano de la envidia, mientras en el volante empuño y arrastro el cuerpo de Priscila, pequeña señorita que en su pecho lleva conos de vainilla, lleva a los sedientos, pero antes de la huida, Priscila frota sus óvulos en lo largo del sillín, me invita al festín de piernas y caricias, me seduce con la voz del exorcista, su sensual gemido gutural dice: ¡fuck me, fuck me! Mientras yo le digo: the power crist can help you… ella ríe de mi ombligo, mientras las tetas giran los trescientos sesenta grados, con horror ambas gemelas brincan y vomitan las blasfemias, y los pezones se hinchan de sequía, es absurdo ya que todo parece gelatina, ahí se escurren mis ladillas, mi saliva hace pequeños charcos, los rines no dejan de girar, giran en la senda de centauros, ahí la atmósfera es de mar, ahí reclama el tritón por las hojas pérdidas, se evapora en el manantial perdido.

entonces Priscila sangra a la muerte por el recto, tiene tempestad, carne de isla, Priscila y yo formamos una grieta, no hay restricción alguna, la crudeza es en cada acción un trozo de piel, se trepa en los diablos mientras la pantaleta hace grumos en sus posaderas, al llegar al parque, nuestros ojos se dilatan, admiran al santo enmascarado pachuquin, no hay duda que él vuela en la tercera cuerda, sus pies ya cuelgan en el árbol, es por eso que ya no lleva más plata a su cantón, el triciclo relincha como potro, caigo entre sus piernas de Priscila, el anima de santo mira la pauta de los incubos y estremece a los amantes, entonces susurro en la maleza y le digo a mi infanta misteriosa, Priscila sólo hay que esperar el día en que cantan las mariquitas.

Cabalgamos nuevamente mientras mi mente se llenaba más de morbo, Pienso en ti, como pienso en mi joroba, Femenina acaparas el calor de mi motor, voy tan rápido que ni la misma brisa siente mi caricia, el poeta de alma frágil siempre flota en cada esquina, fragantes, lejanos alabastros, el efebo criminal es fascinante, tan fascinante que camina en el velado de las arpas, huelo en cada sombra el karma de las víboras.

Me acerco a la casa imaginaria, es ahí donde se esconden nuestras fantasías, a dos cuadras, el volante es el amuleto, cargo en cada freno bolsas de hierba muerta para ser fumada, sin darme cuenta la tira aprieta y asfixia a la sirena, los azules aparecen, soplan y gritan, el corazón se agita y el genital se hace más enorme, es el éxtasis, punza la arteria, el estomago da mil nudos al horizonte, el corcel se desliza por la puerta infiltrando nuestros cuerpos.

Por fin llegó con Priscila a la casa imaginaria, cuando cae el pantalón, el pajarito canta a las tres de la mañana, entonces no entiendo la conducta de la mujercita, inyecta placer mientras muerde y lubrica el genital, este permanece en completa erupción. Nos arrastramos como vil parásitos, me arrodillo sobre la bacinica, hacemos el amor, mientras defeco mis pecados, me refugio en lo onírico, es ahí donde disuelvo el canabis, junto a mi eterna compañera, es sin duda el plástico sin vida.


J.N